Así de contundente es la noticia. La última serie de dispositivos con Windows 10 preinstalado trae activado el sistema de cifrado para el disco duro, y si decidimos ingresar al sistema operativo con una cuenta Microsoft, el dispositivo enviará automáticamente una copia de la clave a los servidores de la compañía.
Esta tecnología se basa en Clipper Chip un desarrollo que realizó la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante el Gobierno de Clinton para que el gobierno también, tuviera acceso a ese depósito de claves con la promesa de que sólo lo utilizarían en caso de orden judicial. El sistema de Clipper Chip dejó de aplicarse en 1996 por una gran oposición de los usuarios. Lo que sucede con Windows 10 en la actualidad es otro caso. El usuario puede acceder a sus claves cuando se hace esta copia y borrarlas, pero lo que no puede es evitar que anteriormente ya hayan sido filtradas o hackeadas por una tercera persona.
Los expertos coinciden en que hoy en día para muchos profesionales es muy importante tener cifrado su disco rígido, porque la información que poseen en él es muy valiosa, confidencial o simplemente, por privacidad. Pero el problema es la copia de la clave en los servidores de Microsoft, aunque no es la primera empresa que guarda las claves (esto es algo que se suele hacer), pero nunca se ha hecho automáticamente, sin el consentimiento del usuario, y muchos menos sin dar la opción de revertir la acción. Y este es el principal problema: no avisa, ni da la opción de evitarlo.
Con toda las noticias y preocupaciones que hay en el mundo sobre la privacidad y la seguridad, como casos de espionaje, hackeos, etc., Microsoft tomó esta polémica medida que implica “robarle” las claves de encriptación de los discos duros de algunos de sus usuarios, como si esto fuera un dato menor. Claramente, esto ha generado una gran suspicacia en cuanto al porqué hacen esto. Las respuestas, oscilan entre tener el control de la información o porque la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) se los exige.
